Buscando el elemento clave, unificador.
La Física tuvo un enorme desarrollo a partir de finales del Siglo XX,
cuando el Universo tomó de nueva
cuenta el rol protagónico de las investigaciones, y teorías explicativas de su
comportamiento comenzaron a aparecer de manera constante.
Se ha planteado de esta manera la
posible existencia de lo que los científicos han llamado La Teoría del Todo, un hilo científico unificador para explicar
desde una sola plataforma de variables las cuatro fuerzas de la Naturaleza: la electromagnética, la fuerza
nuclear débil, la fuerza nuclear
fuerte y la gravedad, a través de
teorías y disciplinas científicas como la Teoría
de la Relatividad, la Mecánica
Cuántica, el Electromagnetismo y
la Gravitación.
Esta odisea científica se lleva a
cabo en el estudio y comprensión del concepto del agujero negro, elemento de la Naturaleza
que ha logrado inspirar a las mentes humanas actuales, para encontrar razones
de su existencia y su papel dentro del Universo.
El fenómeno por sí mismo parece ser el milagro científico que reúna a las
cuatro fuerzas naturales que nos dominan, brindando la oportunidad de descubrir
la teoría unificadora buscada a lo largo de las últimas décadas por mentes como
la de Stephen W. Hawking.
La búsqueda de respuestas se
concentra en los elementos externos del ser humano. El contexto que le rodea y
le define. Pero de igual manera, y aplicando la analogía hacia el interior de nuestro Ser, toda nuestra naturaleza energética,
cosmogónica y espiritual debe tener una plataforma o elemento conductor similar a
partir del cuál pueda explicarse la existencia integral de nuestras vidas.
A lo largo de los últimos diez
años, y de manera específica durante los últimos tres, he leído, descubierto y
desarrollado herramientas cuyo objetivo es apoyar la comprensión de las
variables y circunstancias que definen la vida de las personas, dentro y fuera
de terapia, comenzando – por mi
propia vida.
Muchas de estas herramientas
provienen de culturas antiguas, más exactas, la Tolteca, Maya y Azteca, a las cuales accedí precisamente
en mi peregrinar como arquitecto,
profesión por la cual pasé, y que me legó conocimiento que en su momento no
utilicé dentro de mi vida ni la vida de quienes me rodean. Su profundidad y
comprensión llegarían mucho más tarde, cuando la propia enfermedad detuviera mi
vida y obligara a poner mayor atención en todo lo aprendido como estudiante del
legado prehispánico.
Para mí, la llamada Rueda de la Medicina, representa esa
suerte de elemento conector, cosmogónico y unificador, a partir del cuál puede
explicarse la existencia del ser humano.
La profunda y sencilla –a la vez– premisa que le otorga vida, es precisamente lo que brinda sentido
a su uso y su comprensión. Conocimiento relacionado con los tótems de origen prehispánico [que ha
derivado en el diseño de la Brújula
chamánica], las cuatro sendas descritas
por los chamanes, e incluso los cinco
elementos de la cultura china pueden anclarse dentro del concepto y
espíritu de la rueda. El recién diseñado Círculo
de Misión de Vida –compartido en
el recién taller impartido– parece
empatar de manera precisa en el mecanismo de la rueda.
La rueda es capaz de brindarnos
información sobre nuestros Planes de Vida,
la dirección a través de la Vocación elegida
por nuestro espíritu, y las características individuales de nuestra
personalidad y condiciones corporales-psicológicas
definidas en la vida que hemos decidido tener.
Es una herramienta de auto
conocimiento que nos permite profundizar en aquellas variables, comportamientos
y circunstancias que no somos capaces de ver de manera integral, y que producen
conflictos con los cuales tememos lidiar, o simplemente no hallamos
explicación, o sentido.
Considero que, al igual que el
avance de la Ciencia hacia la integral comprensión del Universo, en escala íntima y humana, nos acercamos cada día más a
la integración metafísica de nuestras
personales vidas.
Imagen editada digitalmente, original tomada de la presentación
digital:
Escucho:
Belfast | Elton John
Tiger (live) | Paula Cole