domingo, 12 de julio de 2020

Nuestro más grande Valor

`Cada uno de nosotros, llevamos
dentro un valor que define lo que somos´.


Cada uno de nosotros, antes de venir a esta Tierra, diseñamos un Plan de Vida, es decir, una serie de experiencias y lecciones que decidimos afrontar, y que nos leguen Conocimiento y Experiencias.
Este programa se mantiene activo dentro de nosotros, no en nuestra memoria consciente inmediata, más bien en nuestro ser, en nuestro ADN y en huellas corporales, así como estructuras mentales, que, conforme vayamos siendo conscientes, se convierten en señales guía, y herramientas de crecimiento y desarrollo personal.

Al ir analizando, comprendiendo, y profundizando en nuestros patrones de conducta, nos daremos cuenta que solemos `elegir´ ciertos conflictos o situaciones problemáticas, que parecen repetirse en nuestras vidas a través de diversas etapas o ciclos. Nuestra existencia funciona precisamente a través de patrones, elementos y circunstancias repetitivas, que si bien no se materializan del todo idénticos, poseen siempre la misma esencia, es decir, la lección última que deberíamos aprender en cada caso, es la misma.
La experiencia a través de los casos trabajados en terapia, así como en mi propio caso, me han llevado a encontrar un hilo director en cada circunstancia, o circunstancias repetitivas personales, un concepto, o más bien, un valor presente para cada individuo en particular.
La serie de conflictos que se repiten en nuestras vidas, son circunstancias que nosotros mismos atraemos, de acuerdo a un anhelo de naturaleza espiritual escrito en nuestro ser, y que responde a las necesidades personales que nos hemos planteado enfrentar en la vida que experimentamos, acorde a nuestro Plan de Vida.

Es así que podemos identificar el valor principal que se convierte en aquello que pareciera darle todo el sentido, no sólo a nuestro humano existir material, sino incluso a nuestros conflictos y desequilibrios, y a nuestras reflexiones de carácter espiritual.   
Vivimos prácticamente evocando dicho valor, a través del concepto polarizado o contrario a él, lo que se convierte en la fuente de absolutamente todos los desequilibrios que afrontamos.

Es así que escucho a personas decir que han vivido relaciones cuyos quiebres son violentos y dolorosos, o bien, experiencias de abandono y pérdidas constantes en todos los sentidos, hasta enfermedades crónico degenerativas, que terminan por prolongar el sufrimiento de manera perpetua, en ciclos que parecen no tener fin.
Al atravesar las capas de Dolor y Sufrimiento que integran estas experiencias, podemos identificar el valor que define y da origen a las circunstancias que nos traen estas emociones.
De esta manera encontramos que, experiencias duras como la Traición o el Abandono, terminan por definir valores como la Fidelidad (Confianza) o la Pertenencia, respectivamente.
Las situaciones que atraemos a nuestras vidas de forma inconsciente, tienden a buscar aprendizaje que nos lleve precisamente a reconocer e integrar este valor esencial a nuestro ser.

Como no somos capaces de verlo de manera directa, nuestras decisiones nos llevarán por conflictos que deriven en circunstancias opuestas a este valor, para así, en el medio de la tormenta y el Dolor, podamos reconocer las actitudes, hábitos y redefinir las decisiones que construyen nuestro Bienestar, de acuerdo con nuestras Misiones de Vida últimas.

Mi propio caso me ha llevado a replantearme dos conceptos interrelacionados: Pertenencia e Identidad, gracias a lo cual he sido capaz de redefinir no sólo mi Vocación como Sanador, después de haber estudiado Arquitectura y haber ejercido más de una década como profesionista en ese rubro. Ahora redescubro aspectos de mi ser que antes no fui capaz de reconocer y aceptar, y tomar decisiones que me permiten comprender a plenitud quién soy, y a dónde pertenezco, en una eterna búsqueda que sin ser consciente de ello me tomó cerca de cuarenta años identificar y comprender.
El valor de la Identidad me hizo vivir durante muchos años circunstancias opuestas a él, como Rechazo, Indiferencia y daño en mi Integridad, física y mental.

Cada experiencia fuerte en mi vida, tuvo relación con estos valores, hasta que comprendí que la única manera de romper los círculos de vicio, era reconocer mis temores, entregarlos espiritualmente al Universo o Dios, y redescubrir las cualidades, valores y emociones de Autocompasión y Amor, presentes en mí mismo, como un mecanismo de Autoaceptación y dominio pleno de los sentimientos y emociones, haciéndome responsable de cada acción y circunstancia personal en mi propia vida.

Ha sido indescriptible el poder apoyar a otros a reencontrar valores hermosos como la Lealtad, Paz, Integridad, Fe, Tolerancia, entre muchísimos otros.
Conflictos y escenas traumáticas como violaciones, pérdidas por Muerte de seres amados, abandonos, violencia física, son sólo ejemplos de circunstancias problemáticas atraídas para poder acceder a los verdaderos dones y cualidades de nuestro espíritu, y comprender que estos hechos, bien canalizados, nos llevan irremediablemente a nuestra mejor versión como seres humanos, porque cada escena personal dolorosa trae consigo la oportunidad de redimir nuestro sufrimiento, y decidirnos a actuar desde la Plenitud y la Claridad de la enorme responsabilidad que la Consciencia, representa.


Imagen tomada del sitio:

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