`Una profunda reflexión,
tras el velo caído´.
tras el velo caído´.
Enfermar de la sangre ha sido –sin duda– lo más complicado a lo que me he enfrentado en mi vida, hasta el
día de hoy.
Un día –tiempo atrás, antes de todo lo vivido en los recientes años– prometí no volver a tocar el piso de
un hospital. Una promesa que no pude mantener vigente, muy a mi pesar.
Han sido muchos y difíciles los
momentos puesto a prueba. Estudios, tratamientos, decisiones.
Sobre todo, las últimas.
Cuando vives inmerso en este ir y
venir, es muy fácil perder la perspectiva, y dejarte llevar por el Dolor, la Soledad, las adversidades.
Perdemos el enfoque de la Sanación, y llegamos a dudar de muchas
cosas.
Dios, incluido.
Los meses no han sido tiempo
sencillo, ni tampoco meramente llevadero.
Me atrevo a decir que me encontraba en una travesía donde me mantenía en el
medio de estos dos conceptos.
Hace unos días, tuve la
oportunidad de vivir una serie de circunstancias que me llevaron a experimentar
una visión, una de esas visualizaciones de la Existencia, donde el velo que llevabas delante de tus ojos, cae,
quizá en una fracción, y te deja ver todo aquello que no eras capaz de mirar.
Lo que pude ver fue a mi familia, pero no sólo eso.
Muchas más familias.
Un concepto que hasta ahora
comprendía de una forma auto limitada, casi estúpida.
Todos nosotros –como seres humanos– formamos a lo largo de nuestro paso por la Tierra, interacciones
que construyen nuestra esencia, y nos
transforman en aquello que somos ahora.
Cuando estas interacciones son lo
suficientemente profundas y duraderas, creamos un núcleo que podemos llamar Familia, que no depende de la presencia
física o del toque o comunicación corporal. Mucho menos sexual. Puede no
involucrar –ni siquiera– el egoísmo de la cercanía.
Una familia se consolida cuando
una parte de tí –tu Luz, la Misión que vienes a cumplir– trasciende, es legado para otras
personas, que la comparten a través del Amor
a sus seres cercanos, queridos.
Tu presencia, tu nombre físico,
tu simple abrazo no es necesario, porque se ha convertido en un fragmento único
y especial para otro u otros, seres humanos.
Estás en ellos, presente en sus
oraciones.
En los momentos donde tú te
sientes desfallecer, te miras caído y te valoras a tí mismo como vencido, no
merecedor de la Vida, de la chispa de Luz que la simple respiración de tus
pulmones (y qué decir del soplo de aliento), representa, te enfocas en el
anhelo de dejar ir el Dolor, de
pasar de tus manos el reto. De darte por vencido.
Entonces, sentado y abatido, en
medio de tu lago negro, no eres consciente de la reunión en Sincronía de los corazones, de sus
emociones, ideas y anhelos, que –sin
saberlo– interactúan entre ellos. No
miras las velas encendidas que se vislumbran más allá del horizonte que funge
como espacio de Convención; docenas, cientos de ellas (ni siquiera tienes capacidad
de contarlas todas) y que brillan con un solo objetivo, alimentado desde un
corazón reunido: brindarte la seguridad
de una dirección hacia el horizonte, y su correspondiente amanecer,
acompañándote y reconfortándote hasta que encuentres la Luz que habita dentro
de tí, (y siguiendo con esa Intención otrora desaparecida) la Vida –el día– renazca, de nuevo.
¿Por qué nadie nos muestra esto?
¿Por qué no vemos a las familias
que hemos construido a lo largo del tiempo?
¿Por qué no entendemos que esas
hermosas familias nos enseñan y nos sanan, más que nosotros a ellas?
Sólo me basta agradecer
infinitamente cuando te percatas que el Universo –aparte de la hermosa familia que has elegido– te obsequia la hermosa Bendición de conocer otras Familias, que
jamás hubieras conocido si no hubieras tomado la curva que te sacó de tu propio
camino...
Esa última decisión –para Bien, para Mal, para
efectos de lo que despierte en el lector esta nota– fue mía…
La Visión.
Un Guardián lo hizo posible.
Y aprendí que todas las familias –incluidas la original–, son una hermosa Bendición en mi vida.
GRACIAS.
Fotografía, cortesía de:
Said A. Oliva Monroy.
Fotografía, cortesía de:
Said A. Oliva Monroy.
Escucho:
I want to wake up | Pet Shop Boys