Una pequeña victoria, y un agradecimiento
Una meta cumplida. No por la meta
misma, sino por lo que el logro representa en sí mismo.
Seis meses de lucha, de
inagotable paciencia, de confrontación conmigo mismo, para vencer a los
demonios, para no caer de nueva cuenta en el abismo.
Le debo a una persona el inicio
de la batalla, cuya victoria no creí jamás alcanzar.
No sé si leerás estas palabras,
las expresadas en esta sencilla carta. Tu último mensaje dejó muy claro tu
resentimiento y odio hacia mi persona. Lo que al final piensas de mí, y lo
carente que soy, como ser humano.
Deseo de corazón agradecerte por
la inspiración, por el apoyo que representaste. Contigo fijé mi meta. A pesar
de lo que ocurriera –me lo dije– en el futuro, yo lucharía hasta el final para
cumplir con mi palabra. Confieso que comencé la batalla por tí, en un intento
inútil de ayudarte y fungir como un apoyo, como una dirección que deseé
brindarte, sin lograrlo –consciente– al término de nuestra relación.
La vida siguió su curso, y las
circunstancias nos llevaron por el peor de los caminos. Tras tu enojo y furia,
supe que nos separaríamos. Tus palabras lo confirmaron.
Tras el dolor, el remordimiento y
la incertidumbre de los actos, no queda más que continuar caminando.
En mi mente –sin embargo– la meta
continuaba taladrando la cabeza. Finalmente –me dije de nuevo–, si tu amistad
algo representaba para mí, deseaba luchar por ella, intentando llevar al
término aquella promesa que hice para contigo.
Complicado es perder a las
personas. Más complicado aún mantenerlas vivas, en el recuerdo, con las cosas
buenas, cuando todo es pesimista y malo. Imposible continuar con tu vida cuando
ellas, llenas de ira, se han ido, dejando tras de sí una estela de frustración,
y luchas por hallar sentido a las circunstancias.
Decidí continuar en lo alto con
el estandarte de la promesa hecha. No por ti, sino por mí. Por brindarle a mi
palabra el beneficio de la Esperanza, y honrar lo que nuestra amistad
representó en un tramo corto del camino.
Gracias por el tiempo compartido.
Por las lecciones que me brindaste. Por escuchar, a pesar de no desear hacerlo.
Gracias por exigirlo de mí todo.
Por las recriminaciones, por las palabras hirientes. Por despertar la culpa en
mi interior, por hacerme sentir peor que la peor de las cosas sin valor alguno.
Por ti, por el recuerdo de los
buenos momentos fue que me mantuve firme cuando todo era caos, dolor y
confusión. Porque tus acciones me enseñaron a no caer de nuevo, a no hacerme
más daño del que nos hicimos al dar por sentado tantas cosas.
Seis meses acontecieron. Una
promesa cumplida.
Y hoy, sólo tu recuerdo
permanece.
A tu memoria dedico este espectacular
logro, un día después de verlo materializado.
Cambiaste mi vida. Los mensajes
de Luz tenían razón, y yo no deseaba escucharlos.
He sufrido. Lo que estuvo a punto
de matarme, aquello que sobrepasó por completo mi entendimiento y capacidades,
me hizo fuerte.
Tú me hiciste fuerte.
El nombre de nuestra amistad lo
pudo, al término del día.
Me he planteado no caer jamás en
el abismo. Sé con certeza que cumpliré la meta.
No me resta más que dejarte ir,
trascender el ciclo, y comenzar una nueva página de historia, de vida.
Si la furia permanezca o no, no
depende de mí. Yo la transformé en Fortaleza, en motor de esta lucha que hoy
concluye.
Gracias por ello.
No mereces nada malo en tu vida.
A pesar de todo, lo que siento
por tí no ha cambiado o cambiará jamás.
Te quiero. Dibujo un fuerte
abrazo a tu persona.
Y deseo que logres algún día el
bienestar que tú mismo –sin saberlo– me has inspirado.
Gracias por estar.
A ustedes, seres de Luz,
agradezco la lección y la premonición de uno de los pasajes más oscuros y
difíciles de mi vida, que hoy veo transformado en día, en un amanecer que me
brinda guía y paz en el camino.
A Santiago.
Escucho:
Graffiti on the train / Stereophonics
Tú estás aquí / Nek