miércoles, 16 de julio de 2014

Una carta para Enrique

Reflexión sobre nuestra 
condición de ser felices


Cuando era niño, y jugaba, tenía la increíble capacidad de materializar absolutamente todo lo que imaginaba. Nunca me vislumbré a mí mismo como adulto. Lo único que deseaba era ser feliz. Lo era, y no me importaba lo demás.
Al crecer, como cualquiera de nosotros, tuve que verme forzado a tomar las decisiones que la madurez en sus distintos niveles absorbe, decisiones que definen nuestra vida. Algunas decisiones fueron relativamente sencillas, a diferencia de otras. La verdad es que nadie en el mundo en occidente nos enseña a ver más allá de nuestra realidad. Más allá de nuestra nariz.
Toda mi vida he tomado decisiones basado en las circunstancias inmediatas, en los elementos que existen en el preciso momento de la decisión a tomar. Peor aún, basamos nuestras decisiones en los eventos pasados que hemos sufrido, y que transforman nuestra realidad, convirtiéndose en un ancla que se queda amarrada a nosotros, y que detiene nuestro avance cuando el momento de volar finalmente llega.
Nuestra cultura occidental capitalista venera la búsqueda del Éxito, la Fama, el Reconocimiento.
Recuerdo cuando concluí mi programa del bachillerato. El siguiente paso obligado, era la elección de una carrera que estudiar, a la cual dedicarme el resto de mi vida.
Ahora que lo reflexiono, a la distancia, confieso que jamás me senté a pensar las implicaciones de elegir una carrera. Como muchas de las decisiones que he tomado a lo largo de mi existencia, sólo lo vi como un paso más a seguir. Un paso que la sociedad, la consciencia colectiva, mi familia, mi ego, mi consciencia misma, esperara que hiciera.
Y así lo hice.
Tras doce años de actividad profesional, dos libros, un proyecto personal, y varios proyectos solicitados por otros clientes, me he dado cuenta de las implicaciones de elegir una carrera profesional para toda la vida.
Antes de continuar, lo primero que te pido es que pienses, que reflexiones lo que `toda la vida´, significa.
Considero que en nuestras sociedades, el término toda la vida se ha sobreestimado; impone, y peor aún, denigra otras tantas frases y anhelos simples, pero altamente poderosos, como `para que seas feliz´.
Si mis padres me hubieran dicho: elige la carrera para toda la vida, que te haga feliz…
Esperen, sí lo hicieron. Y cuando lo hicieron, elegí una carrera que por obvias razones no estudié, porque filosóficamente, planteaba la paradoja temporal-espacial de realmente profesar una actividad profesional `con futuro´. Al final del día, como muchacho que se halla en medio de una elección, entiendes que debes supeditar tu necesidad de ser feliz, a las condiciones reales y capitalistas de tu entorno.

La Vida se encargará, Enrique te lo dice la viva encarnación de la experiencia de mostrarte en el camino cual corta la vida misma es.
¿Cómo es eso?
Puedes mantenerte vivo, pero muerto en el trayecto.
La vida me obsequió un momento clave en mi camino. Un instante, una fracción de día, un tanto de horas, durante las cuales todo en mí, cambió. Sé que muchas personas han vivido momentos como éstos, trágicos, inmensos, drásticos, violentos, en los que no entraré en detalles, sólo confirmaré que estos momentos te muestran siempre en el mismo y estúpido cliché, que tu  vida de repente se ve frágil, pronta a desvanecerse, a deslizarse de entre tus dedos, como agua, incapaz de que puedas hacer algo al respecto. La sensación es desesperante, indescriptible, corta, pero indescriptible, que podría pasar el resto de mi vida escribiendo un libro al respecto, sin conseguir siquiera acercarme un poco a la esencia de ese tétrico sentimiento.
Cuando recuperas la consciencia, y el [cierto] control que el evento te ha dejado, sabes que algo en tu camino se ha roto para siempre. Quizá porque la dirección planteada por este evento, te ha obligado a dar un vuelco del que jamás podrás recuperarte.
¿Cómo sabes que este vuelco no es la verdadera dirección que desde el principio evitaste, eligiendo por elegir, acorde a los parámetros sociales?

Oh. Está bien. No hay manera de sorprenderse más, sino escuchar a la Ironía siempre que su voz te susurra algo al oído. Cuando ella lo haga, entonces tiembla.
Tu vida estará por cambiar. De nuevo.
Puedo decirte que los años transcurren. Las dudas crecen. El temor se impone.
Ilusamente creerás que podrás hacerles frente. A todos los obstáculos tras un instante difícil que convirtió tu vida en algo completamente diferente. Es verdad eso que reza que lo que no te mata…
Lo he vivido. Y en su momento me reí de ello, porque creí que podría sobrellevarlo todo.
No sé realmente qué es más determinante en la Vida. Me explicaré. Me refiero a qué es lo que en verdad merma tus deseos de continuar viviendo: Las consecuencias de los eventos trágicos que hemos vivido en nuestra vida personal: robo, asesinato, violencia, violación, abandono, pobreza, soledad, guerra, hambre… O bien, la simple premisa que se guarda en nuestra subconsciencia, de saber que cualquiera que haya sido el catalizador que nos llevó por determinado y tortuoso camino… el camino no importa, sino la sensación de no ser feliz transitando por él.
Puedes soportar todo, menos esto último. Saberte infeliz.
Eso es lo que me está matando en este momento.

Nuestra naturaleza humana está diseñada para incluir altos dotes de Fortaleza. Sí. Lo he probado en carne propia. En los momentos más complejos y traumáticos de tu vida, tu cuerpo, mente y espíritu harán hasta lo imposible para mantenerte vivo, salvo que tu decisión irrevocable sea morir, porque en el fondo eliges hacerlo. Si no es éste el caso lo he vivido, desgraciadamente, en más de una ocasión entonces la dosis de Fortaleza que el Universo puso en tu estructura orgánica, será utilizada.
Caso contrario es aquel del que hablaba antes. Cuando, a pesar de todo lo que hagas, no eres realmente feliz. En verdad no hay manera de salir de ello. Acabará consumiendo todas tus energías.

Ahora sí, si mis padres me hubieran planteado todo este dilema, seguramente habría llorado dos días seguidos, y sus noches, por no ser capaz de elegir aquello para lo cual dedicar mis esfuerzos todos los días de mi vida, y ser feliz, al mismo tiempo.

Con todo lo vivido [que no es mucho, pero sí lo suficiente te lo digo con la carga irrefutable de pesar, soledad e intento de madurez, cargando cual costal, en la espalda] puedo decirte que la Vida me ha enseñado a que primero debe uno ser feliz. Las decisiones no definen tu Felicidad, sino, más bien, la confirman.
Haber sido lastimado en mi pasado, transformó mi ser entero, me hizo perder algo, una parte, o partes de mí, de maneras que hasta ahora soy incapaz de comprender, o explicar, así como de niño lloré cuando perdí algo que consideraba esencial en mi infancia. De niño fui infeliz momentáneamente, porque al paso de los días, fui feliz de nuevo. De adulto soy incapaz de recuperar esa felicidad.
La diferencia es que, cuando creces, la sociedad espera, declara, impone, que debes ser una persona de éxito, decidida, perfecta, con una vida inmaculada, ya sea en tu pasado o en tu presente. No hay cabida para la imperfección, para la pérdida, para la mancha, para el sufrimiento. El fracaso es la llave del Fracaso mismo. ¿Lo entiendes ahora?
Lo que puede más no son las consecuencias del fracaso tras el fracaso mismo, sino más bien la tormenta interna de no ser feliz, por la simple incapacidad de luchar por nuestra Felicidad misma.

¿Sabes?
Soy feliz en muchos sentidos.
Siempre lo he sido. Ahora lo entiendo.
Tenerte en mi vida ha sido uno de los motivos para descubrir que soy feliz.
Como cualquier humano, continúo tomando decisiones, sobre la marcha. La Vida se trata de eso.
Tomo decisiones porque soy feliz, o infeliz, según sea el caso [se vale perder momentáneamente la Felicidad, dice mi niño interior]. A lo que voy es que un hombre decide sus circunstancias una vez que ha sido feliz, decide comenzar a serlo, o ha decidido que lo será en el futuro, nunca al revés. Las circunstancias son creadas por el hombre, y la Felicidad es una condición innata en él, es su herramienta para construir dichas circunstancias.

Si sientes algún día que has tomado una dirección equivocada, quiero que te sientes, reflexiones. Respires. Esa desviación marca seguramente las huellas de la decisión que está escrita que tomes, y que sólo podías haber recordado tras vivir aquello que viviste. Como dice José Saramago, ‘[...] los mapas, te dicen por dónde deberás ir, pero no te garantizan que llegues’.
La Felicidad como suele señalar un mapa cualquier cosa que busques en él está ahí. Siempre ha estado. El dibujante del mapa puso algo ahí porque sabe de antemano que en la realidad existe. Así mismo ocurre con la Felicidad. Si no llegas a un destino no es culpa del mapa, sino de la incapacidad de vivir tu propia realidad, y hallar en ella lo que el mapa supone que halles. Leyendo el mapa, posiblemente llegarás. Viviendo la realidad que recrea el mapa, alcanzarás realmente el destino que buscas en él.

Camina, corre a veces. Cáete.
Llora. Sufre.
Y entonces levántate.
Siempre con la convicción de que todo lo que te rodea es parte de tu decisión, de tu capacidad innata de mantenerte feliz y pleno.
¿Haces en este momento aquello que te hace feliz?
Si piensas que no, entonces quiero que sepas que esa sensación inspiró esta carta que hoy te escribo, y que me hace replantearme mi propia condición de Felicidad.
Algo que nadie había conseguido hacer…
Te agradezco por ello.

Miro entonces esa sonrisota que dibujas en tu rostro en este momento.
En el fondo eres feliz. Ahora, con todo lo que has aprendido, y llevas contigo hasta este momento, cierra los ojos, fija tus metas, define tu camino, y haz con pasión absolutamente todas las cosas.

La Felicidad llegará cuando descubras que ésta se encuentra en el camino, cualquier camino que recorras, más no en la simple meta, como todos piensan, como todos creen.

Imagen editada, original tomada de la liga:

Escucho:
Come talk to me / Peter Gabriel with Bon Iver
God says nothing back / The Wallflowers
It´s my life / Candy Dulfer


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