¿Cuánto tiempo toma
nuestro Desarrollo Espiritual?
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Un amigo y yo platicábamos por
medios digitales en torno al despertar y desarrollo espiritual, y lo relativo
que puede ser el concepto hoy en día.
Tras la charla, la relatividad se acrecentó aún más.
La experiencia de desarrollo
espiritual la he presenciado en dos vertientes: la primera, que se refiere a la
conexión, consciencia y amplio
entendimiento de los eventos y circunstancias que hemos sufrido a lo largo de
los años, en nuestras vidas. Identificar los hechos que nos han marcado como
personas, como seres humanos, en términos de sufrimiento, dolor, pero también
de crecimiento y desarrollo. Cada evento es un paso en una larga lista de
lecciones por aprender, todas ellas relacionadas con un tópico o una serie
acotada de los mismos en torno a los cuales debemos tomar consciencia o bien,
desarrollar ciertos dones o habilidades de tinte metafísico y espiritual.
Este proceso toma tiempo, años,
para ser más preciso. El crecimiento y el conocimiento que se obtiene se gana a
través de vivir las circunstancias, a través de la experiencia en carne propia
de hechos que logran influir en nosotros de maneras tan profundas, que
transforman nuestra vida, es decir, la perspectiva que tenemos en relación al
mundo que nos rodea. Vivimos temporalmente con dolor, con heridas puntuales que
nos limitan, o nos impiden observar el Universo desde vistas libres y
armónicas. El crecimiento comienza al tener la convicción de afrontar el miedo
o la culpa que han originado todo, y trascender los eventos que nos han
colocado en esa situación, donde –finalmente– somos nosotros, los únicos que hemos
decidido vivir esa travesía o lección dolorosa.
La segunda experiencia se refiere
al conocimiento adquirido a través de catalizadores como cursos a mediano y
cortísimo plazo, o libros guiados en fragmentos determinados de tiempo, que nos
someten a ejercicios y experiencias cortas pero sumamente profundas que
modifican radicalmente nuestra manera de observar el mundo. Los entrenamientos
centrados en este sentido tienen por objetivo acortar los larguísimos periodos
temporales que viviríamos si dejáramos que las lecciones naturales de nuestras
vidas tomaran forma y lugar. En cuestión de semanas o meses, nos encontramos
reflexionando sobre nuestra vida y lo que queremos lograr en el Futuro, que se
convierte en una extensión inmediata de nuestros presentes.
El punto de vista con respecto a
ambos procesos es relativo, y basado en experiencias a corto, mediano y largo
plazo.
Considero –sin embargo– que las
lecciones indispensables requeridas para el desarrollo espiritual no
tienen que ver con el Tiempo.
Déjenme explicar la idea.
Como humanos, tenemos una
obsesión con el Tiempo que se desdibuja en nuestra Historia desde tiempos
inmemoriales. Drácula, Dorian Gray y otros arquetipos fabricados por nuestro
inconsciente colectivo, hablan de nuestra eterna preocupación por cuestiones
temporales.
Nuestras vidas, me refiero, al
tiempo que dura cada una en nuestros respectivos casos, es sólo eso, un lapso, que nosotros decidimos si es
largo, o corto. Durante este tiempo tenemos la oportunidad de decidir cómo
vivir las lecciones que aprendemos, pero eso no significa que dichas lecciones
no se presentarán a tocar nuestras puertas.
Podemos ignorar o dejar pasar los
eventos que traen consigo las lecciones de las que hablamos, fundamentando
nuestras decisiones con lemas que tengan que ver con lograr mayor o menor
desarrollo espiritual. Éste, el desarrollo
del Espíritu, tomará lo que tenga que tomar, en concepto de Tiempo, y
decidir apresurarlo o no, no logrará sino truncar la vereda natural trazada por
nosotros mismos antes de venir a la Tierra.
El Pasado, Presente y Futuro, son
tres momentos ilusorios puestos en nuestras consciencias para que nos sea más
sencillo identificar nuestra propia evolución en la vida terrenal que tenemos
con nosotros, en términos materiales y verificables.
Sin embargo, Presente, Pasado y
Futuro, son partes de un mismo Todo, son tres caras de una misma Globalidad,
que finalmente es lo que da consciencia y sentido a nuestra Vida. Al utilizar
el libre albedrío para integrar toda nuestra vida, no vista como una línea
temporal, más bien, algo más cercano a una esfera perfecta, veremos que somos
parte de una gigantesca Consciencia Universal donde todos, absolutamente todos, estamos conectados de maneras, formas y
niveles que no somos capaces de comprender.
Las ilusiones de caminar, correr
o evolucionar más rápido o mejor, nos hacen olvidar el papel específico que
cada uno de nosotros viene a cumplir en este plano de existencia. La
Consciencia no se trata de medir mi vida en relación con los logros o metas o
eventos exitosos que he conseguido al paso del tiempo, o en aquellos que
lograré si me lo propongo más allá de mi realidad y mi tiempo, más bien en la
perspectiva integral y global de lo que estos logros han legado a mi Vida, sin
importar la velocidad en la que se mueve el vehículo en el que viajo.
La Vida es el Presente. El Pasado es el Presente que ha tomado
consciencia y ha sido trascendido, y el Futuro es el Presente que se convierte
en lo que será, porque he decidido apropiarlo y vivirlo de forma natural desde
ahora, desde hoy, aceptando y amando
lo que fui, lo que soy, y lo que he escrito que seré…
Escucho:
King of comedy / Let me in // R.E.M.
Shout / Ray Charles with Patti LaBelle & The Andrae Crouch Singers
Compared to what / Ray Charles & Leela James