`La guía, dentro del Aprendizaje, es perpetua´.
Desde siempre, las reglas
sociales han establecido, a través de la Ética
y la Estética, lo que la conducta, y
los parámetros de Belleza, además de los valores
humanos, deben esperarse en las comunidades o agrupaciones que establecemos
como pueblos y civilizaciones.
Con estos valores en mente,
crecemos, siendo inculcados con principios familiares, sociales y culturales,
que inconscientemente definen nuestros objetivos y metas a futuro: a corto,
mediano, y largo plazo.
Las metas físicas, económicas y
materiales se convierten así en prioridades en nuestras listas de metas en la
Vida. Sin pensarlo demasiado, cumplimos las reglas sociales, porque son códigos
de conducta avalados por los grupos en los cuales nos desarrollamos, y que
garantizan logros como estabilidad o éxito.
Las metas y logros de índole espiritual representan –por ende– fracaso o pérdida de tiempo. Una carrera que represente
remuneración económica por aplicación de conocimientos técnicos o tecnológicos,
es la mejor manera de garantizar la solvencia económica que conlleva la
responsabilidad de bienes materiales y familia a la cual mantener segura y
protegida. La mayoría de las veces, poco importa la calidad de las relaciones
humanas establecidas, o los conflictos o problemáticas halladas en nuestras
nacientes familias.
Hace once años, cuando comenzaba
a impartir cátedra profesional enfocada a mi carrera, me percaté que, aunada a
la preparación técnica exigida por los campos varios de trabajo, era necesaria
una preparación de índole personal.
La Educación –en todos sus alcances,
orígenes y niveles– nos prepara para
afrontar los retos materiales, pero rara vez nos confronta con retos de índole introspectiva o espiritual. Tras catorce años de experiencia académica y docente,
he visto cómo sólo durante los tres últimos años, es cuando se han involucrado
plataformas psicológicas a nivel licenciatura, para satisfacer
necesidades no disciplinares o
técnicas, de los estudiantes en general.
La labor que he desarrollado
durante diez años me ha permitido compartir y aplicar principios centrados en
la personalización y potencialización
individual en los estudiantes y personas en general, con el objetivo de
realizar procesos de auto descubrimiento
y auto conocimiento, que les lleven a
identificar sus cualidades y aspectos conductuales, que puedan enriquecer su
labor como profesionistas, sin olvidarse jamás de la base que los define como
seres humanos únicos y originales. Finalmente, los conflictos profesionales y
triviales tienen orígenes más profundos, causas personales y humanas que jamás
nos enseñan a identificar, afrontar, comprender, y mucho menos, resolver.
Mi bisabuela –quien me legara la esencia de sus habilidades y dones espirituales– me introdujo al compartir sus cualidades, en el principio de la
enseñanza a través de la relación maestro-alumno. Ha sido sumamente complicado
entender y mantener activa este tipo de enseñanza, que me ha mostrado que –como todo método de enseñanza-aprendizaje– tiene fases y niveles. He aprendido
de ello, y aún cuando considero que he concluido ciclos de enseñanza que han
durado años o décadas, el aprendizaje con este sistema ancestral no concluye
jamás. La experiencia ha permitido consolidar principios universales aprendidos
a través de los años, y conlleva una responsabilidad que –siendo discípulo o maestro–
obliga al desarrollo de una consciencia profunda, mayor.
Imagen tomada de la liga:
Escucho:
Snow in Vegas / David Gray
Drink in my hand / Eric Church
Loving the alien / David Bowie
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