`Por qué el Pasado afecta nuestro Presente,
y nos impide continuar adelante
con nuestra Vida´.
Se han quedado en mi mente las
palabras que el padre de Barry Allen
le dijo a su hijo un día, en los Laboratorios
S.T.A.R.
Barry atravesaba por una crisis, y su padre le dijo que había sido
encerrado quince años por un crimen que no cometió. Barry lo cuestionó,
preguntándole cómo había podido soportarlo, a lo que su padre respondió:
`Lo acepté, Barry. Me acusaron de asesinar a mi esposa. Acepté que no
saldría, que permanecería encerrado, y que no vería a mi hijo crecer. Aceptarlo
hace las cosas más sencillas´.
El próximo sábado veintidós de abril, impartiremos el Taller: Cómo trascender los retos del ayer,
donde abordaremos la aceptación y el agradecimiento por los eventos, conflictos
o pérdidas en nuestra vida.
Cuando aceptas las
circunstancias, dejas de luchar. Dejar de luchar significa dejar de gastar
toneladas de energía en resistirte a algo que te lastima, o te detiene. Aceptar
que eres un perdedor, que eres mal profesor, o estudiante, o empleado, esposa,
o cualquier situación que te dicten las circunstancias, te hace elevarte por
encima de ese pensamiento. Si en verdad lo aceptas, aceptas lo que eres, con todas las implicaciones, entonces
comienzas a ser consciente de la
realidad.
Todos tenemos dos facetas: la positiva y la negativa. Aceptar las dos caras de nuestra realidad nos permite ser
conscientes de nuestras potencialidades, y nuestros límites. No es malo tener
límites. Los límites nos guían hacia nuestras potencialidades, sólo que no lo
vemos. No poder saltar la barda te obliga a esforzarte más, o, en su defecto, a
buscar nuevos caminos para cruzarla.
Aceptar que has fracasado, o que
eres un perdedor, o que eres malo para algo, es un proceso que derivó en esa
consecuencia porque en tu mente –mucho
antes de las circunstancias– ese pensamiento
se dibujó, y creaste las variables para serlo. Recuerda algo: primero somos, para después tenerlo. En
nuestra realidad material, primero debemos tener, para serlo.
Al aceptar que has perdido, tu
mente te mira como un caso externo, como si analizara algo que no eres tú. Cuando
aceptas las circunstancias, éstas toman consciencia en tu ser, y entonces, por
primera vez, te miras desde las alturas, elevándote sobre ti y las
circunstancias.
Es una analogía con la Ciudad de Teotihuacán –por ejemplo–. Cuando te
elevas en globo aerostático, ves a la pirámide despojada de su individualidad,
y la percibes como parte de un todo, de una ciudad cuyo trazo urbano es hermoso
cuando lo ves desde las alturas. La pirámide posee su lugar en el todo,
haciendo que todo luzca hermoso, armonioso y único. Dejas de verla como un
edificio, para comprenderla como una
ciudad entera. Cuando –en tu propia vida– descubres tu lugar en el mundo, entonces dejas de mirarte con una
limitadísima visión individualista, y
entiendes el lugar que ocupas: lo que has
perdido, es sólo una oportunidad, un recordatorio del camino que debes seguir,
y que ignoraste por cierto tiempo, hasta llegar al fracaso.
Cuando aceptas la pérdida,
entonces el Vacío deja de existir, porque automáticamente el Vacío es una
variable lógica y presencial, y la Nada que representa, tiene sentido. Es
decir, sabes que ese vacío trae en consecuencia una lección, porque la lección
es parte de algo integral, de algo más grande, que has olvidado, o que
simplemente no puedes ver. La pregunta es: ¿qué
te recuerda ese vacío?
-¿Ser feliz?
-Ya lo eres.
-¿No eres feliz?
-Una cuestión: Estás vivo. ¿Eso no te hace feliz?
-¿Morir te haría feliz?
-Entonces has perdido la vista, el
oído, la capacidad de moverte, en esa circunstancia que lamentas. Pero vives,
eso significa que aún existe algo que te mantiene con vida…
-¿Perdiste cuestiones materiales,
o a seres queridos, pero tu cuerpo está bien?
-Entonces debes estar feliz.
Muchos no son tan afortunados. Cuentas con todo tu arsenal biológico, cognitivo
y espiritual para cumplir tu misión y ser guía y modelo, y enseñar a otros lo
afortunados que somos, aquello que la persona que se fue, hubiera deseado que
hicieras, o todos los bienes materiales que perdiste, hubieran enseñado a
otros, menos a tí.
-¿No sabes cuál es tu misión?
-Asimila la siguiente afirmación:`Porque soy feliz, elijo descubrir lo que vine a hacer al permanecer
vivo, y realizar mi misión´.
-Ésta (o una prueba de ella) inmediatamente
llegará, una vez que lo decretes.
Los esperamos en el Complejo Franco, el sábado veintidós de abril, en punto de
las diez de la mañana.
Mayores informes, costo y cupo, al correo: architectiak@hotmail.com.
Imagen tomada de la liga:
Escucho:
No te puedo olvidar | Camilo Séptimo
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