`Circunstancias adversas y obstáculos
son antesala causal de cuadros
de desequilibrio emocional
y enfermedad física´.
Nuestra vida está conformada por
actividades, rutinas, pensamientos anclados y repetitivos que dan forma a
nuestra cotidianidad y a nuestra existencia.
En muchas ocasiones, sin
percatarnos conscientemente de ello, damos forma a pensamientos y rutinas que
consolidan en nosotros actitudes y maneras de ver, percibir y ser, ante las
circunstancias que nos rodean.
En muchos casos más, esa actitud
derivará en un desequilibrio emocional y/o físico, que lentamente nos lleva por
un camino que concluye con una manifestación corporal (enfermedad o pérdida de
funciones corporales) ante la realidad que paulatinamente hemos creado, sin ser
conscientes de ello.
En varios casos abordados y
analizados, descubro que, anterior a la enfermedad que una persona manifiesta
(sea ésta de cualquier naturaleza) la Vida le ha mostrado advertencias o
mensajes, referentes al desequilibrio que experimenta y sobre el que se debe
trabajar, pero que no vio o identificó.
En la gran mayoría de los casos,
la persona aborda su situación cuando la enfermedad se ha manifestado, por lo
que la idea que guarda en ese particular momento es exclusivamente la de curar
su cuerpo. Centrados en esa idea y objetivo, se pierde la perspectiva de lo que
debe ser abordado, por concentrarnos exclusivamente en detener el avance físico
de la enfermedad, no perder la Salud de manera definitiva, o –en su caso– no perder la Vida.
La importancia de reconocer la
existencia de los patrones, e
identificarlos en nuestras propias vidas, nos brinda la oportunidad de
anticiparnos a la enfermedad, o (si ésta no ha alcanzado la fase `terminal´)
afrontarla, para reconocer el mensaje implícito que es necesario analizar,
comprender, aceptar y aplicar.
En un gran porcentaje de los
casos abordados, los ejercicios metafísicos arrojan la existencia de patrones
siempre anteriores a la enfermedad, donde se repite la misma circunstancia, en
diferentes contextos y Áreas de Vida, manteniendo constante la misma premisa.
Así, por ejemplo, se viven a lo
largo de cuatro años, una pérdida de una relación muy cercana y querida, una pérdida
de bienes materiales o el trabajo que se tenía, y la pérdida de la Salud por
una afección o serie de afecciones que desestabilizan nuestro cuerpo y nuestra
vida.
Los tres eventos por sí mismos
parecen variables propias y aisladas una en relación a la otra. Si
identificamos y las relacionamos, encontraremos que la constante en estas tres variables
es la `pérdida´ de objetos, personas o circunstancias.
En ocasiones la experiencia física que se manifiesta repetidamente (en este caso relacionada con la `carencia repentina de algo´) no es importante tanto como la profundización en relación al sentimiento o emoción consolidada en cada una de las pérdidas. En este ejemplo en particular, a pesar de ser la `pérdida´ la constante, lo interesante es la sensación despertada en la persona que las ha sufrido, quien –independiente del ámbito o contexto de la pérdida– ha caído en cuenta que lo que le ha generado conflicto en realidad no es lo perdido en cada caso, sino –generalizando– el mensaje de la Vida de sacarlo de una etapa y plataforma de confort, y comodidad, donde era incapaz de responsabilizarse de sus propios recursos, habilidades, cualidades y acciones, porque contaba con todas las cosas, accesibles o resueltas. Irónicamente, al perder personas, objetos o circunstancias, el mensaje dejado siempre ha sido el mismo: hacerse responsable de las propias decisiones y aprender a valerse por sí mismo.
En ocasiones la experiencia física que se manifiesta repetidamente (en este caso relacionada con la `carencia repentina de algo´) no es importante tanto como la profundización en relación al sentimiento o emoción consolidada en cada una de las pérdidas. En este ejemplo en particular, a pesar de ser la `pérdida´ la constante, lo interesante es la sensación despertada en la persona que las ha sufrido, quien –independiente del ámbito o contexto de la pérdida– ha caído en cuenta que lo que le ha generado conflicto en realidad no es lo perdido en cada caso, sino –generalizando– el mensaje de la Vida de sacarlo de una etapa y plataforma de confort, y comodidad, donde era incapaz de responsabilizarse de sus propios recursos, habilidades, cualidades y acciones, porque contaba con todas las cosas, accesibles o resueltas. Irónicamente, al perder personas, objetos o circunstancias, el mensaje dejado siempre ha sido el mismo: hacerse responsable de las propias decisiones y aprender a valerse por sí mismo.
En este ejemplo en particular, el
cuerpo, tras varios años de haber mantenido una buena Salud, llega al punto de
una intervención quirúrgica donde es indispensable la extracción de un órgano o
parte de él, que –metafóricamente hablando– representa la lección implícita en
los casos anteriores. La persona que narra el evento reconoce entonces que tras
esa `pérdida´ corporal, el sentimiento es el mismo, más potente y palpable, y
por ende, la lección a aprender: de
haberme hecho consciente o responsable de mis actos, y haber puesto atención en
mis acciones conscientemente, todas las pérdidas no hubieran ocurrido.
Son muchas las personas que hemos
atravesado por afecciones de Salud que deterioran, anulan o generan pérdida de
las funciones de nuestros órganos corporales, y que mantenemos la vida bajo
ciertas limitantes o condiciones. Reconocer que estas afecciones provienen de
lecciones anteriores y cíclicas no resueltas o aprendidas, prevendrá futuras
circunstancias de Salud o bienestar físico, donde nuestra vida –incluso– presente peligro o se halle comprometida.
Un trabajo constante, sostenido y
guiado puede (y debe) ser llevado por las personas que presentan desequilibrios
en su vida en cualquier nivel y de cualquier índole.
Los patrones no son malos, no si
los comprendemos como herramientas conscientes
para diseñar y construir nuestras vidas, acorde a objetivos y metas claras y
elevadas.
Imagen que acompaña a nota, tomada de la liga:
Escucho:
Always have, Always will | Ace of Base
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