`Sanar no es una opción,
debe ser considerada la única alternativa´.
Las terapias alternativas han sido vistas desde siempre por la Medicina en general, como medios que no
ejercen influencia alguna en el bienestar físico de las personas, y por lo
regular son desestimadas.
El aspecto a considerar es que la
Medicina actúa de manera inmediata en
nuestro organismo, centrando sus esfuerzos en nuestro cuerpo únicamente, bajo
el principio físico de acción-reacción,
por lo que el proceso de Curación es
inminentemente veloz, ya que modifica procesos químicos y biológicos de
nuestros sistemas, independientemente de nuestros procesos psicológicos (mentales).
Las terapias alternativas poseen
un principio diferente, ya que algunas de ellas se concentran en las tres
variables de nuestro ser: mente, cuerpo y espíritu, en armónica
interacción.
Hablar de espíritu significa ser conscientes de la energía y cómo su frecuencia
y vibración influye sobre la materia
que representa nuestro cuerpo. Algunos le llaman Pensamiento, la Religión le
nombra Fe. Finalmente es una fuerza intangible, que no puede medirse objetivamente con instrumentos científicos. El ámbito espiritual involucra
aspectos relacionados con el Libre
albedrío, enseñanzas y valores humanos, e independientemente de la Religión de la que se trate, de
conceptos subjetivos como Muerte, Vida, Libre albedrío, Bien, Mal y Vida después del plano material.
La clave se encuentra en
considerar que, al igual que la Medicina influye sobre el cuerpo, plataformas
filosóficas como Reiki o Tai Chi, y cualquiera basada en la Meditación, la toma personal de Consciencia o la labor en el sentido energético, afectan la mente del
individuo, variando los procesos mentales
–y por ende, los energéticos–, influyendo o inspirando en el ámbito espiritual.
La Fe en la Medicina se basa
precisamente en su eficacia y rapidez, ya que actúa sin la necesidad de que la Intención de la persona se encuentre
activa. En muchas de las intervenciones
quirúrgicas, la conciencia de quien es intervenido no se encuentra activa,
y aún así la operación médica logra su objetivo. No necesita de la Intención de la persona como elemento
crucial y activo, para conseguir la meta trazada.
Utilizando la toma de
Consciencia, a través del manejo de pensamientos y de herramientas como la Meditación, se trabaja lenta y
paulatinamente sobre la variación en la vibración
energética de la persona tratada, cuya metamorfosis
comienza desde la identificación clara de los pensamientos y actitudes
personales, para traer a la realidad individual aquellos elementos que generan
el desequilibrio o la enfermedad.
La valía y efectividad de la
terapia energética no depende directamente de quien la brinda, sino de
quien la recibe. Éste es el punto que hace que pierda validez frente al campo
de la Medicina. El estudio y comprensión de la mente es un campo vasto, subjetivo
y aún desconocido, ya que los procesos que se realizan dentro de ella son
altamente personales, introspectivos,
acorde a las creencias, valores y sentimientos de cada persona. El cuerpo –por el contrario– posee mecanismos repetitivos y válidos en la gran mayoría de los
seres humanos.
La terapia energética sigue una
serie de protocolos y de metodologías,
que –a diferencia de los procesos de
la Medicina– no pueden ser estandarizados, porque la mente no sigue
procesos universales, como los que permiten la funcionalidad y equilibrio
del cuerpo.
`Todos respiramos y
experimentamos bombeo de la sangre a través de latidos del corazón. Sin embargo,
nuestra frecuencia cardiaca o variación en la respiración responde a variables
que son por completo subjetivas e individuales para cada persona´.
La terapia energética se centra en los elementos que originan las
variaciones subjetivas que conllevan a enfermedades manifestadas.
Por lo tanto, no se trata de
dosis o sustancias químicas determinadas que modifiquen o corrijan procesos del
cuerpo. Hablamos de percepciones de
naturaleza mental. Y cada persona posee una determinada perspectiva al momento de percibir
la realidad que vive.
La vibración energética depende de la sana percepción de la realidad.
Los tratamientos energéticos
tienen sentido, validez y son efectivos y reales, en la medida en que las
personas que las reciben o desarrollan equilibren
el trabajo en los tres sentidos: corporal,
mental y espiritual.
Se trata entonces de aprender a
vivir la realidad a través de la
interacción entre los pensamientos, las palabras expresadas y las acciones
o actitudes tomadas.
Una persona verdaderamente sana (y sanadora) expresa y refleja congruencia
en su vida: paz, serenidad, Sabiduría,
estabilidad y Bienestar en todos los
sentidos. No logró esa tranquilidad y Sabiduría de espíritu con un tratamiento
médico a base de intervenciones quirúrgicas o dosis de medicaciones constantes.
El verdadero cambio se manifestó desde su
interior, desde el momento en que decidió que cada evento en su vida [incluyendo
las intervenciones médicas] cobrara
sentido y le brindara orden y significado a su individual existencia.
Si las enfermedades son desequilibrios corporales, la
interacción con otros elementos de índole mental y energética o espiritual,
fungen como tratamientos igualmente válidos para regresar a la persona enferma
al Equilibrio y a la Salud respectiva. La validez, tiempo de
logro del objetivo, y profundidad del proceso de Sanación depende en gran medida de la entrega, constancia y certeza
con las que la persona enferma comience el trabajo de equilibrio, ya que debe
de replantear en muchos casos, variables de orden psicológico, familiar, social
y/o cultural, forjados a través de años y años de vivencias y formación, y que
representan replantear su actual
realidad, y decidir si la considera válida o si pone en marcha la firme y clara
Intención de transformarla, desde su
propia existencia y personal percepción.
Es igualmente válido –por lo tanto– que el tratamiento incluya dosis en ejercicios de Meditación,
trabajo mental individual, cambio de pensamientos y actitudes, y cuidado integral
de uno mismo.
En este sentido, la Medicina
aspira a que el individuo cuide de sí
mismo, buscando la Prevención y/o Curación de sus enfermedades, mientras
que la terapia energética buscará que el individuo sea consciente de sí mismo, lo que aspirará a la Sanación: una congruente percepción
de la realidad interna, en armonía con la externa, del ser humano respectivo,
traducida en Salud y Equilibrio, plenos.
Imagen tomada del sitio:
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