`Ayudar o no ayudar, he ahí el dilema´.
Uno de los conceptos más
debatidos durante los últimos años ha sido el de Espiritualidad.
Comúnmente confundido con Religión, la Espiritualidad ha sido comprendida, relacionada y utilizada con
fines y objetivos de promoción o divulgación de tópicos, temáticas e intereses de naturaleza religiosa, por lo que
actualmente, cuando se habla de actividades o terapias de Desarrollo espiritual, las personas las critican por no contener
elementos o doctrinas que se relacionen con tal o cual Religión.
La Religión es el Medio, la Espiritualidad, el Fin.
Cada persona accede a su propia Consciencia espiritual desde diferentes
plataformas y medios. La Religión es sólo uno de ellos.
Experiencias personales interactuando
con instituciones religiosas, profesionales y sanadores varios, así como unidades de apoyo y guía para afrontar
pérdidas, poseen en su gran mayoría como base de su trabajo, principios doctrinales basados en religiones, que,
a la larga, manifiestan limitaciones para identificar y comprender conceptos y Principios universales base, que son
necesarios para trabajar sobre el propio desarrollo personal y el Bienestar.
El principio rechazado por
excelencia, y el más criticado, es aquel que dicta que la atención se centra en nosotros mismos antes de ofrecer ayuda a
quienes nos rodean.
Estamos acostumbrados a dar ayuda
a todo aquel que lo necesita, porque así lo marca el principio doctrinal, independientemente de nuestra condición material,
emocional y espiritual, como simple principio de brindar el Bien sin mirar a quién. El dogma religioso establece que es un principio que define nuestra
entrega a Dios a través de las acciones, pero pasa sobre lo esencial: el Libre Albedrío, es decir, la Intención verdadera al momento de realizar
dichas acciones, además de la lección que ofrecemos, y el propio Aprendizaje que aprehendemos con el hecho en sí.
Ofrecer ayuda por el solo hecho
de ofrecerla, sin tener una certeza en la verdadera Intención del acto, no hace
sino generar una acción al azar, donde no somos capaces de comprender las
causas o razones del evento que estamos tratando de apoyar. No formamos en
realidad parte de la solución, porque no comprendemos cuál es el origen y la
lección profunda a entender que presenta la situación-conflicto. Formamos, por lo tanto,
sólo parte del problema.
Quienes nos dedicamos a la
actividad relacionada con la comprensión del término Espiritualidad, nos
enfocamos en conceptos como la Sabiduría,
la vivencia de las emociones, y la
responsabilidad entre la interacción congruente
entre nuestra mente, cuerpo y espíritu (entendido éste último como la consciencia de nuestro
papel, nuestros objetivos y anhelos dentro de la compleja realidad con la cual
interactuamos), entre otros valores.
Es menester ser ampliamente conscientes del
papel de los sentimientos y las emociones humanos en nuestras vidas, y cómo
respondemos frente a los conflictos que a diario enfrentamos, desde esta
perspectiva, desde nuestra verdadera
capacidad de elección.
Centrar la atención […] en nosotros
mismos antes de ofrecer ayuda a quienes nos rodean, significa comprender a
profundidad nuestra realidad personal, nuestras habilidades, potencialidades y
emociones al respecto ante cualquier situación conflictiva sobre la que
deseemos ofrecer apoyo. El principio por el que los dogmas religiosos pasan
encima es el de saber que cada conflicto es parte del proceso de aprendizaje de
las personas, y para vencerlo, debemos tener la Certeza de desear aprender de ello. Ayudarles sin ser conscientes
de las circunstancias personales y las enseñanzas que este problema trae
consigo para ellas, es bloquear un proceso de despertar de Consciencia en
relación a las decisiones tomadas para llegar a un punto crítico en la Vida,
que siempre re direcciona hacia la Verdad que como seres humanos individuales, representamos.
Antiguas Filosofías y principios
orientales como el Budismo o la
disciplina REIKI, enseñan que, antes
de decidir ofrecer ayuda a nuestros semejantes, debemos realizar una profunda auto reflexión y auto análisis del propio actuar, y convertirnos en verdaderos maestros que inspiren a través del
ejemplo. Ofrecer ayuda como una mera herramienta de apoyo sin Intención, sólo
logrará perpetuar actitudes, cánones, y patrones humanos inconscientes, creadores de ciclos repetitivos donde las
circunstancias generadoras del Desequilibrio
no son eliminadas, sino sólo pasadas por alto y desplazadas a otras áreas
de nuestras vidas.
A este respecto opera la Analogía de la Medicina. Los medicamentos curarán los síntomas de la Enfermedad, pero no desaparecerán las
causas emocionales profundas que la
generan: la Tristeza tras la pérdida, la incapacidad de adaptación ante
situaciones que nos superan, la Frustración o la Ira. Habrá Curación, más no lo esencial: Sanación. Porque ésta última es actividad precisamente con la llave maestra: el Libre Albedrío, nuestra Intención de transformar nuestra personal realidad, no la realidad externa de la que no tenemos ningún control. La Enfermedad continuará
manifestándose, porque se abordan los síntomas o alarmas corporales, más no el
mensaje desde su origen, el que habla desde nuestro ser interior, conectado con nuestro potencial humano y realidad interna, única e intransferible (y muchas veces, incomprensible).
Poner en práctica principios
relacionados con la Espiritualidad, representa tomar consciencia de nuestras
propias circunstancias conflictivas personales, transformando nuestros propios
problemas y limitaciones en lecciones de los cuales hemos conseguido acceder a profundos
procesos de Aprendizaje en la
comprensión, vivencia y manejo de los ambientes emocionales y la interacción en
las variables en nuestras Áreas de Vida,
relacionadas con las Intenciones y
las Decisiones tomadas o ignoradas,
que derivan en conflictos o desequilibrios, cuya meta es hacernos ver y volver
hacia la Verdad de nuestra Misión
de Vida. Quiénes somos en realidad, en qué decidimos convertirnos conscientemente, para manifestar
transformaciones personales y sociales, más allá de simples logros materiales o
curaciones temporales.
Ser maestros, líderes, miembros
responsables en nuestras sociedades, y conscientes de nuestra Salud Emocional y Espiritual, es la
meta que nos lleva a una verdadera apertura de Consciencia. Los dogmas
religiosos no consiguen llegar en la gran mayoría de los casos al análisis y
comprensión profunda y personal del ambiente que define un problema o conflicto
personal que trastoca la vida de una persona o grupo de personas. Ir más allá
del dogma o la serie de pasos, en aras de acceder al Aprendizaje necesario y al
desarrollo de habilidades individuales y cambios de actitudes, requiere antes haber logrado un grado
de auto conocimiento que lejos de
imponer, inspire a la persona en conflicto, a cuestionarse seriamente la Realidad en la que vive, por qué experimenta
esas circunstancias y si en realidad desea hacer frente e identificar los
elementos, actitudes, decisiones, prejuicios, ideas, y paradigmas culturales
que la han puesto en esa específica situación, y cuya responsabilidad es
únicamente de ella, de nadie más.
Imagen tomada de la liga:
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