Cerebro y corazón:
Sistemas esenciales en la
manifestación y dinámica de la energía
que existe en el interior/exterior
de nuestros cuerpos.
La energía dentro de nuestro cuerpo es uno más de los
componentes de nuestra configuración/conformación biológica humana.
Dos de los sistemas indispensables en su dinámica son el sistema nervioso y el sistema
cardiovascular.
Las nuevas comprensiones metafísicas
han dejado claro que el pensamiento es clave en nuestro desempeño y
bienestar, tanto físico, como biológico y emocional. El cerebro representa –por ende– el mecanismo
que emite y/o decodifica la frecuencia de la energía que sale de nosotros, así
como la que arriba a él. Un pensamiento por sí mismo, posee una poderosa fuerza
de materialización que se emite desde nuestro cerebro a la realidad
circundante.
El sistema nervioso es el encargado de transmitir estos
impulsos [pensamientos decodificados en alteraciones electromagnéticas] a
través de la integridad de nuestros sistemas orgánicos. Cada uno de nuestros órganos y sistemas, representa un terreno en
potencia donde los pensamientos se alojan, y proliferan.
La hipótesis que se genera es una confirmación sorprendente.
Nuestra mente define en gran medida, a través de la energía que generamos en
nuestra fuente electromagnética –cerebro–, las condiciones biológicas que
construyen nuestro cuerpo.
El cerebro se convierte de esta manera en una antena que
sintoniza con frecuencias diversas a lo largo de las horas, los días, las
semanas. La energía que emitimos o recibimos, interactúa con nuestro cuerpo de
manera ininterrumpida, alterando –como
primer evidencia de su existencia–
estados de ánimo o aspectos de nuestra conducta a corto plazo.
Los pensamientos que se originan en el cerebro son llevados
en cuestión de minutos a través de nuestro cuerpo, apoyados por el corazón y su
capacidad de bombear sangre a cada rincón de nuestros sistemas orgánicos con
una precisión, fuerza y continuidad admirables. Un mal pensamiento, producto de un momento desagradable o incluso
traumático, genera energía codificada/decodificada e interpretada por el
cerebro, que en minutos ha recorrido el cuerpo entero, gracias al aumento de la
presión con la que la sangre es bombeada, alojando fragmentos de dicha energía
de alta densidad, en algún órgano o sistema de nuestro cuerpo, susceptible a la
situación que hemos experimentado.
El día de hoy platicaba con uno de mis estudiantes. Su caso
me ha sorprendido. En realidad, el secreto se encuentra en la capacidad de mentalizarnos, es decir, ejercer pleno
dominio de la energía que entra y sale del cerebro, y decodificar dicha
manifestación energética, en expresiones positivas, que nos ayuden a encontrar
y mantener la dirección del camino hacia el mejoramiento de nuestro bienestar
como individuos.
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