`Todos los elementos de la Naturaleza poseen
frecuencias energéticas con las que hemos
convivido durante nuestra existencia como Humanidad´.
Las culturas prehispánicas de México,
fomentaron dentro de sus costumbres e idiosincrasia
el Respeto por el medio ambiente y los elementos naturales en todos los niveles
y escalas.
Ese pensamiento no es comprendido
hoy en día, no en el mismo profundo sentido en que aquellas culturas lo
manifestaron.
La Tierra, la Luna, Venus y
el Sol –los elementos astronómicos más cercanos a nuestra existencia
física en este plano terrenal–
fungían como seres vivientes con Consciencia
propia, capaces de responder a sutiles cambios de vibración energética
producida por los seres vivientes en las cercanías, o, en su defecto, influir
en la Vida de estos seres.
La Madre Naturaleza –por ejemplo– residente del planeta Tierra, poseía una Consciencia femenina
que habitaba a lo largo y ancho del planeta. De hecho: es el planeta, en todo el sentido de la palabra. El Sol, por su parte, con una fuerte
presencia consciente de naturaleza masculina, era quien dotaba de Vida, gracias a la integración con la
Madre Tierra.
La Consciencia es una cualidad
privilegiada, sólo otorgada a los seres humanos dentro del planeta, por su raciocinio. Se espera que las
civilizaciones evolucionen y desarrollen dicha Consciencia, para comprender los
pormenores y principios que rigen al Cosmos, y así reunirse de nueva cuenta con
una entidad Consciente Superior, que llamamos Dios, en todas sus vertientes o
formatos.
Desde que nacemos, hasta nuestra muerte,
guardamos dentro de nuestra biología y consciencia, una conexión profunda e
inquebrantable con dicha entidad suprema. La Tierra y el Sol, son parte de esta
presencia, así que, como seres humanos provistos de inteligencia, guardamos una
relación innata con estos elementos. La Tierra recibe y aporta a nuestra
existencia, una fracción de Consciencia, expresada en fenómenos de la
Naturaleza que hemos catalogado sólo como simples eventos físicos. Nuestra
consciencia individual, y –por ende– nuestra consciencia social, y en
escala mayor, la Consciencia de la Humanidad,
emana energía hacia la Madre Tierra, y viceversa.
Los pueblos antiguos explican que
los fenómenos naturales y nuestra propia existencia es un delgado Equilibrio
entre nuestra Consciencia y la Consciencia presente en la Naturaleza. Cuando nuestras
acciones, emociones y pensamientos derivan en guerra, conflicto, temor o
incertidumbre, la Tierra decodifica, lee y absorbe estas emociones, y el
Equilibrio presente se modifica o rompe.
Así como del Sol emanan ondas
solares de gran magnitud, fuerza y escala, de la Consciencia propia de la Humanidad,
emanan poderosas ondas (sutiles o destructivas, según sea el caso) que viajan a
través de la Tierra, y afectan nuestra existencia y presencia física y metafísica. Los serios conflictos
sociales generalizados a lo largo y ancho del globo, integran ondas, que, como
cenizas arrojadas por un volcán, vuelan y se desplazan, aterrizando en
diferentes lugares.
Es por esta razón que, días,
semanas o en ocasiones hasta meses después, sensaciones, miedos, actitudes o
emociones, parecen estar presentes de manera general en las personas que nos
rodean, e, incluso, en nosotros mismos.
Se trata de nuestra propia Consciencia
global, que, en forma de residuos inconscientes,
se dispersa, afectando nuestro bienestar físico,
psicológico y espiritual.
El año dos mil quince –por ejemplo– fue un ciclo que acogió el flujo de
inconsciencia residual producido por nuestras mentes y acciones desde el año dos mil doce, cuando las culturas
antiguas prehispánicas anunciaron el final de la llamada cuenta larga. Se referían al cierre de un larguísimo y complejo
ciclo donde la Consciencia del Hombre vuelve al origen, y debe preguntarse a través
del conflicto y la incertidumbre, si desea y es capaz de elevar su nivel de
Consciencia. Durante los últimos años, los eventos de la Humanidad han generado
ráfagas de energía residual que
golpean sitios y por consiguiente a personas o poblaciones, dotándolas de un
sentimiento inexplicable de inseguridad, temor, miedo, independientemente de
los sucesos presentes físicamente.
Comprendiendo esta relación entre
la Consciencia presente en todos los niveles, seremos capaces de transformar
nuestras realidades. Este nivel de conocimiento y comprensión, era a lo que se
referían los Mayas como el inicio de
nuestra necesaria Evolución como seres
vivientes, provistos de Raciocinio.
Imagen tomada de la liga:
Escucho:
Along came you (A song for Emily)
| Gloria Estefan
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