`Aprendiendo a vivir el Ahora´.
La gran mayoría de nosotros hemos
sufrido pérdidas. Circunstancias que nos han obligado a afrontar despedidas,
carencias repentinas o ausencias de elementos, recursos, hechos, acciones o
personas en nuestra vida, que –lo deseemos
o no– terminan por transformar
nuestra perspectiva o manera de comprender y experimentar el mundo que nos
rodea.
Las pérdidas son –casi siempre– sinónimo de tragedia, dolor o sufrimiento. Culturalmente
hablando, representan circunstancias que evitamos a toda costa, viviendo en un
falso paradigma de que la estabilidad y
el confort de lo conocido es lo mejor
para nuestra vida. Al paso de los años y los siglos, hemos construido inclusive
discusiones y guerras para mantener nuestra `supuesta´ estabilidad y logros
materiales y tecnológicos, además de nuestros puntos de vista o, incluso,
estilos de vida.
Las personas que han pensado
diferente, y que han comenzado a transformar realidades con pensamientos,
teorías y prácticas nuevas y diferentes a lo establecido, terminan siendo martirizadas
y atacadas severamente por su ambiente inmediato, quien se niega sólidamente a
aceptar cambios en la cotidianidad.
Cada pérdida y fracaso, genera sin
embargo (y sin que seamos conscientes de ello) una oportunidad para despertar
consciencia y fortalecer el cambio interno que se ha despertado y con el que se
ha deseado transformar al medio circundante.
Cada punto energético o chakra posee un lema, un principio, una
lección de la que podemos –y debemos– aprender a lo largo de nuestra
existencia en este plano de existencia material.
En esta nota me centraré en el
chakra séptimo, el último y más alto
punto energético de nuestro sistema corporal, y cuyo lema o lección que
comparte reza: Vive el Ahora.
Autores como Eckhart Tolle han esbozado a profundidad este principio, que
determina que seamos plenamente
conscientes de nuestra realidad, al grado de ser capaces de comprender cómo
ésta influye en nosotros, y nosotros en ella.
Vivir el presente, o vivir el
Ahora, significa trascender el dominio que las emociones, y, por ende, las
circunstancias externas que pudieran generarlas, ejercen sobre nosotros.
Comprendemos y aceptamos nuestra individualidad,
a la par que identificamos el papel que nuestra vida y presencia humana
representa en el todo que es el Universo. Tolerancia, Reflexión seguida de calma
y quietud, u objetiva acción, y asertiva Intuición y Sabiduría, son sólo
algunas de las cualidades que desarrollamos tras despertar el séptimo chakra.
Desgraciadamente, este
conocimiento no es compartido por los ambientes sociales o públicos, en ocasiones,
ni siquiera por las religiones. Las personas que arriban a este grado de
desarrollo, en la gran mayoría lo han hecho tras eventos conflictivos o
pérdidas individuales que han trastocado
su existencia, en todos los sentidos, y se han visto en la necesidad de
evolucionar su pensamiento, más allá de la Supervivencia,
más bien, por la Perpetuidad de la Vida
y el logro del Bienestar, y por una
variable extra: una sólida Intención,
y anhelo a mediano plazo, de cumplir con su misión.
Arribar a este grado de
desarrollo requiere el trabajo previo de seis puntos energéticos, que,
paulatinamente, nos lleva hacia una toma de consciencia de naturaleza
espiritual, que nos hará, al final, poder vivir plenamente nuestro personal Ahora.
Imagen editada digitalmente, original tomada de la liga:
http://www.bestfon.info/images/joomgallery/originals/paisajes_18/paisaje_431_20120711_1768194330.jpg
Escucho:
No-one's Perfect | Stereophonics
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