Una de las sesiones más profundas y hermosas que he experimentado, donde fui testigo de la plática entre un padre fallecido, exactamente treinta años atrás, y su hijo mayor, con sólo un par de años de vida en el momento de la partida, que conmovió mi corazón, por el grado alto de las enseñanzas compartidas.
`Las enseñanzas de los padres están hechas
de innumerables pequeños valores.
Conviértelos en la base que lleves
contigo cuando decidas seguir
tu propio camino´.
Miré llegar al hijo mayor de una familia a sesión, quien descubre, al inicio de nuestro trabajo ese día, se cumplen exactamente treinta años del fallecimiento de su padre, cuyo karma, legado a su familia, ha sido materia constante y complicada de trabajo energético en él y en su familia a lo largo del último año.
`Es una buena oportunidad para hablar con él, entonces´. Le sugiero esta tarde.
El legado tras la muerte del padre ha dejado a la familia patrones heredados de autodestrucción a sus dos hijos, que incluyen drogas, sexo y alcohol, además de un cúmulo de emociones centradas en la Ira. Meses antes, la presencia del padre abrió el portal de trabajo, al manifestarse en una lectura mientras yo trabajaba, donde expresó reiteradamente la idea de que el Tiempo se había agotado. `Ya no hay tiempo´, repitió una y otra vez. En esa ocasión, su hijo mayor cumplía en unas semanas, la misma edad que él tenía cuando falleció. Comprendí que el patrón de Muerte volvería a repetirse en unos meses si no se hacía algo al respecto.
Las cargas en karma, a escala familiar, normalmente son legadas a los hijos mayores, quienes deciden tomar el estandarte y la responsabilidad en sus Planes de Vida, de equilibrar karmas oscuros y complejos.
La esencia del padre se manifestó, acompañada por la presencia de un Ser de Luz, que fungía como Guía. No me quedó claro si el aniversario por su muerte, tendría algo que ver.
La primera pregunta a resolver es por qué esta carga se encontraba sobre los hombros del hijo mayor, quien manifestó que la responsabilidad lo superaba, a lo que su padre respondió con el mensaje de que, antes de fallecer, dejó toda circunstancia preparada para que su hijo mayor pudiera crecer en medio del Amor y los cuidados de personas que lo quisieran. Reiteró la existencia de los Planes de Vida, y cómo él, su esposa e hijos, aceptaron interactuar juntos en esta experiencia de Vida.
`Deja de concentrarte únicamente en los vacíos que crees haber sufrido y comienza por hacer un recuento de todas las hermosas bendiciones que no has visto aún´.
—¿En qué momento me quebré, dejé de percibir la luz? — preguntó entonces su hijo.
`Te contaré lo que sucedió exactamente en el momento que morí. En ese instante, los órganos de mi cuerpo explotaron y experimentaron un dolor insoportable. Es el dolor más fuerte que puedes sentir, cuando mueres en un percance o accidente, que traspasa todo tu ser y te hace sufrir intensamente. Ése, hijo mío, es el dolor físico, material, que literalmente acaba con tus fuerzas.
Existe un segundo dolor, del que quiero hablarte. Se trata del dolor del corazón. Es el dolor espiritual. Es una sensación en el pecho, cuando tu cuerpo responde a la incertidumbre de en qué momento exacto dejarás de respirar. Es un miedo profundo, porque no sabes cuándo tu corazón dejará de latir y darás tu último aliento.
En ese momento de desesperación e intensa duda, se te permite llevar contigo un único recuerdo de ésta, tu Vida, que ahora sé, se trata de la llave para cruzar el portal entre planos de existencia.
Yo elegí llevar conmigo el recuerdo de mis hijos, y el tuyo´.
Pensando que el mensaje que acababa yo de repetir pudiera ser erróneo, porque sólo se trataba de dos hermanos, con quienes he trabajado, y yo había dicho `el recuerdo de mis hijos, y el tuyo´, el hijo mayor me detuvo y dijo: `No es erróneo, es correcto lo de sus hijos, y yo; tenemos una hermana, de diferente madre. Ella me buscó y me negué a conocerla, y le pedí que dejara en paz a mi hermano, que tampoco lo buscara´.
`Respondiendo a tu pregunta, hijo, debes saber que te quebraste a la Oscuridad, cuando diste la espalda a tu hermana. Te cerraste a la Luz y perdiste la dirección, cuando negaste el Perdón a tu propia familia, que eres TÚ MISMO, porque, recuerda que “Todos somos Uno”. Es momento necesario de un punto de Renovación´.
A partir de ese momento -comprendimos- el hijo mayor cayó en un camino de patrones repetitivos de auto sabotaje, dolor y auto destrucción. El valor del Perdón, implícito en la esencia presente en la tercera hija, fue clave para omitir decisiones de Luz.
Su padre, le obsequió un último mensaje:
`El don espiritual que posees, más allá de tu Misión, se centra en disipar el Mal, purificando la esencia de toda maldad que se haya impregnado en tí o en otros que te rodean. Lo harás si despiertas e inspiras las cualidades más hermosas de tu alma y de las almas de las personas que te rodean y que amas. Como Guerrero que eres, estás destinado a inspirar y transformar la vida de los demás a través de tu ejemplo y guía´.
Esa tarde, me quedó claro, se cerró un ciclo de Dolor y Muerte, perpetuado por más de treinta años, alcanzándose un Punto de Inflexión y cambio, donde la Luz triunfa sobre los eventos legados oscuros.
La Decisión, Intención o Voluntad, sin embargo, es la clave para la Transformación. Decir adiós al pasado y a aquello que éramos, causará un dolor equiparable al descrito por el padre fallecido en su relato: el dolor del cuerpo o material. Un dolor intenso e insoportable, que sólo concluye cuando te permites experimentar el dolor espiritual, el dolor del corazón, llevándote contigo la esencia, lo mejor que tienes, que eres como ser humano, e inicias un nuevo ciclo de Luz, que rompa con todo lo anterior que hayas vivido, y te lleve a tu verdadera Plenitud, y en donde, todo lo descrito en el mensaje de este padre a su hijo, cobrará verdadero sentido y valor.
El padre se manifestó semanas antes a esta sesión al hijo mayor, en una serie de imágenes claras dentro de un sueño, conmovedoras en sobremanera e increíblemente reveladoras, que me gustaría que el propio hijo narre en un relato sincero de corazón.
Pese a todos los errores que dicho hijo siente haber cometido, siempre hay Esperanza en la existencia de la Voluntad sincera y verdadera de establecer un cambio.
Ambos, padre e hijo, me dieron esa tarde, una enorme y valiosísima Lección de Vida que me traspasó hasta lo más profundo de mi ser.
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