lunes, 2 de octubre de 2017

El presente que afrontamos

`Vive como si fueras a morir mañana; 
aprende como si el mundo fuera a durar para siempre´.
Mahatma Gandhi.


Es triste y desgraciadamente más común levantarse por las mañanas y descubrir en los medios de comunicación, eventos trágicos que conmocionan a las ciudades y sus respectivos países.

Después de lo sucedido en Las Vegas esta madrugada, escuchaba en una de las tantas coberturas de veinticuatro horas a un especialista hablar sobre las características del espacio público, y la responsabilidad que el usuario posee al visitar estos sitios, familiarizarse con ellos, buscar rutas de salida y conocer la circulación implícita en su naturaleza arquitectónica o urbana. Los visitantes de estos espacios de acuerdo al especialista los frecuentan ahora bajo su propio riesgo, y deben de ser conscientes de ubicar y de informarse en relación a sitios cercanos que funjan como albergues, estructuras que puedan servir de apoyo en caso de sismos o desastres naturales, o bien, lugares donde resguardarse en caso de ataque de cualquier naturaleza, incluida una matanza social o un ataque terrorista.
Considerando de igual manera el peligro para los usuarios que ahora se cierna sobre el transporte privado a través de compañías o empresas a nivel nacional o multinacional, derivado de los casos recientes en México, el riesgo de transitar las ciudades se ha elevado considerablemente.

Los largos vídeos, las coberturas y los giros sorpresivos en eventos nacionales, así como el manejo de la información de los medios de comunicación, o las decisiones de las autoridades o instituciones allegadas a los gobiernos, nos dejan claro que las situaciones les han sobrepasado completamente.

Como ciudadanos, confiamos en la competencia de nuestros actuales gobiernos y sus responsivas, pero es complicado hacerlo cuando, meses antes del final de uno de los sexenios más violentos de México, un sismo desarma llanamente la organización y la efectividad de respuesta del gobierno, haciendo evidente su falta de interés y preparación ante eventos mayores; o la situación de Estados Unidos, con un presidente que siempre se promulgó con claras y nada ocultas señales de odio e intolerancia en sus discursos, ahora confrontándose con los ataques más mortíferos en la historia moderna de su nación.

Responsabilizar a las personas no es la solución. La preparación y la Educación o idiosincrasia de las autoridades no es más que un reflejo nítido de nosotros mismos, y de quienes hemos puesto al mando de nuestros países. Desconozco si ciudadanos de otros países guardan similares sentimientos en relación a sus respectivos países.
Sigo escuchando en las historias de personas cercanas, íntimas a mi círculo familiar y de amigos, conflictos y circunstancias que tienen que ver con el machismo, violencia intrafamiliar de cualquier naturaleza, intolerancia, irresponsabilidad, drogadicción, entre muchos otros aspectos, que me hace cuestionarme sobre la dirección hacia la que llevamos nuestras vidas personales.

En el ámbito mundial, conflictos políticos, incitaciones de guerra, tomas de estado, revoluciones, narcotráfico, robo y negligencia en acciones, bienes y servicios para personas damnificadas tras desastres.

Podemos seguir negando que las circunstancias que vivimos no fueron elegidas por nosotros, o que son injusticias que acontecen al azar, junto con situaciones referentes a las transformaciones que la geografía y clima a nivel mundial cada día se hacen más y más evidentes.
Si trazamos líneas paralelas entre los ambientes naturales y sociales que atañen a la Humanidad o su relación con la Naturaleza, encontraremos que los picos de eventos límite se trazan en los mismos puntos, en donde convergen desastre naturales con conflictos humanos internacionales, en un mapa claro de desorden e intolerancia, que finalmente nos afecta a todos, en mayor o menor grado.

Si se trata de aceptar o no teorías metafísicas como la Ley de Atracción o demás dogmas recientes, sólo te pregunto qué tan seguro te sientes hoy de salir a las calles, o visitar ciudades dentro y fuera de tu país, donde antes solías andar despreocupadamente y hoy han acontecido eventos que han mermado a la sociedad en diversos niveles.

Quizá este momento de nuestra Historia se vivió antes en períodos como la Inquisición, La Edad Media o el Holocausto en Alemania, sólo que no tuvo tanto impacto como ahora, por el escaso y limitadísimo alcance de la Tecnología y la Comunicación, que hoy nos hace conocer los actos y sus consecuencias de forma inmediata.
Quizá en ese momento del pasado no era tiempo de conocer al instante las atrocidades y la falta de Consciencia, Respeto y Responsabilidad que el Hombre manifiesta. Sólo era cuestión de sentarse, escuchar y ser espectador lejano en Tiempo y Lugar, en aquellos eventos catastróficos que terminaron con la vida de millones de seres vivos.

Recuerdo el sismo del año ochenta y cinco como un sueño lejano y surrealista, del que como nación no pudimos observar en vista panorámica su alcance en la psique y en la existencia humana individual, social y mundial. Jamás imaginé vivir esa secuencia en carne propia, un mismo día, con horas de diferencia, en el mismo país y la misma ciudad, afectando ahora mis propios bienes, además de las personas más cercanas que amo y por las que daría lo que fuera.
Ahora pareciera que la Vida se esfuerza en ponernos presencialmente en todos los escenarios y contextos posibles, tengan algo que ver o nada con nuestra edad, sexo, religión, condición social, raza, nacionalidad. Las autoridades le llaman `ataque indiscriminado´.
Es claro también, a estas alturas, que bajo tales circunstancias NADIE está preparado para liderar o fungir como autoridad y poder sortear estos obstáculos, que, por sí solos (ahora imaginen en conjunto) azotan nuestras vidas individuales y sociales.

Tomar consciencia de nuestras acciones, de nuestras decisiones, y de nuestro pensar individual, es la manera más directa de comenzar un cambio.
Aceptar cuando las circunstancias nos han superado, y, sin responsabilizar a alguien, simplemente convertirse en el eslabón que puede minimizar, brindar propuesta de solución o detener una situación conflictiva, desde un simple golpe físico, una humillación, una discusión, un accidente de tráfico, una demanda, una separación, una partida, un desalojo, una disolución contractual, una huelga, un conflicto social de mayor magnitud.

Si has llegado hasta esta altura del texto, es porque conscientemente estás abierto y receptivo, temeroso y ansioso tras los eventos que nos aquejan como sociedades. Un cambio siempre es complejo, difícil y peor, lleno de incertidumbre y riesgo. Considero preferible vivir un riesgo consciente que continuar aguardando por la próxima circunstancia que toque y transforme mi vida o de quienes me rodean con una consecuencia tal, que no sea capaz de deshacer o rescindir.

La historia personal, individual de cada uno de nosotros, es una variable que influye y determina en millones de repeticiones nuestra actual realidad. Comenzar a comprenderla y transformarla, en lugar de sobrevivir en ella y acumular rencor por su injusticia, es una decisión que puede comenzar a transformarlo todo, desde la individualidad que nos representa.

Imagen tomada de la liga:

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