`Somos seres espirituales,
a la vez que materiales,
ambos ambientes, transforman,
construyen nuestra realidad´.
Estamos acostumbrados a
visualizar el ambiente material, como el único y el dominante en nuestras
vidas. Creemos que la naturaleza espiritual es un ambiente invisible,
intangible e inalcanzable, que podremos vivir cuando hayamos perecido, pero al
que es difícil acceder en esta existencia presencial.
Las personas que comienzan a
identificar las variables que integran su vida en las sesiones y terapias emocionales,
descubren que aunque –efectivamente– el ambiente espiritual es invisible,
no es intangible ni mucho menos inalcanzable. Acceder a él depende de cada uno
de nosotros. Gracias a la Consciencia
y a un trabajo de Meditación, pudiendo ser en ejercicio físico, o en reflexión y
quietud, podemos acceder a esa parte de nuestra existencia que hemos mantenido
dormida y apagada.
Nuestras rutinas condicionan a
nuestro cerebro, y éste, a nuestro cuerpo, dando lugar a una serie de acciones
y ambientes repetitivos que lentamente se convierten en nuestra única y normal realidad.
Lo que llamamos prejuicio no es otra
cosa más que una verdad aceptada como
oficial y válida en nuestra vida –individual
y/o social– que entra en conflicto con pensamientos, intenciones o acciones diferentes que no
hemos realizado, o que producen choques con la realidad que vivimos, que consideramos la mejor manera de subsistir.
Los ambientes laborales,
académicos, sociales, familiares o personales, paulatinamente se tiñen de estos
prejuicios, de estas `verdades´ que, si bien no son las mejores opciones de
bienestar (en ocasiones ni siquiera se acercan a ella), son principios de vida
aceptados por los miembros de la sociedad o comunidad, y ponerlas en tela de
juicio es severamente castigado con violencia psicológica, aislamiento,
abandono, o la presión constante hasta que se abandone el grupo al que se
pertenece, con la falsa premisa y creencia de que perderemos absolutamente todo lo que tenemos o representamos.
Tristemente las personas se
acostumbran a vivir en estos ambientes tóxicos, que involucran: violencia de
cualquier tipo, discriminación, burlas, estrés perpetuo, explotación, maltrato,
y que a la larga, producen desequilibrio y enfermedad (física y/o psicológica).
Es irónico cómo, sabiendo que este tipo de energía, manifestada en estrés o
prejuicio, es invisible, genera reacciones en nuestras vidas, tan tangibles y
accesibles, que no podemos negar su existencia.
El ámbito espiritual genera –de igual manera– reacciones y circunstancias tangibles y sumamente accesibles, que
–al contrario del ambiente
materialista– construye o mejora
nuestro bienestar.
Herramientas como:
• Identificadores de variables circunstanciales.
• Meditación en movimiento.
• Apertura a guía y asesoría espiritual e interna.
• Ejercicios cognitivos para romper paradigmas y restablecer valores.
• Ejercicios para integrar las esferas: mental, física, emocional y espiritual.
• Lecturas aplicadas.
• Pláticas y talleres de trabajo energético y desarrollo de Consciencia,
son elementos con los que trabajamos para el mismo fin: desarrollar el potencial humano, a
través de un trabajo consciente de emociones y circunstancias psicológicas,
para lograr auto dominio y plenitud.
Nuestra existencia espiritual se vive a la par que la existencia
física. No tenemos que aguardar a un viaje exótico que tal vez jamás arribe, una enfermedad crónica degenerativa, o en el peor de los casos, a la Muerte, para conocer las herramientas espirituales con las que contamos
para mejorar nuestra vida en todos los sentidos. Basta sólo la Intención, la firme decisión de comenzar
un cambio profundo, en aras de encontrar la Verdad que representamos, como
seres individuales y únicos.
Imagen tomada de la
liga:
Escucho:
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