sábado, 7 de octubre de 2017

Mente sobre cuerpo

`Una relación sana entre el cuerpo
y la mente define en gran
medida nuestro bienestar´.


El poder y la influencia de la mente sobre el cuerpo es una variable decisiva al momento de valorar el avance de cualquier afección de salud.
Más allá de mantener pensamientos positivos y una actitud optimista frente a la adversidad, el control de la actividad mental, y su dominio sobre el cuerpo, es un factor que define nuestra susceptibilidad ante la enfermedad.

Simples ejercicios corporales de coordinación y meditación, a través de la visualización y la concentración, permiten valorar el grado de correlación entre la mente y el cuerpo, y que tan conscientes somos de la relación intrínseca entre nuestros órganos corporales y nuestro ambiente mental.
Consideremos que la actividad mental y la dinámica corporal se encuentran íntimamente relacionados, al grado de que el cuerpo no se mueve, a menos que no reciba una instrucción de la mente que, gracias a nuestro complejo sistema neurológico, viaja en milésimas de segundo hasta su destino.

Las emociones y sentimientos son consecuencia de los efectos que las variables externas tienen sobre nosotros, primero en contacto con nuestros sentidos, para después desencadenar reacciones cognitivas que concluyen en manifestaciones corporales: sudoración, tensión en los músculos, variación del ritmo cardiaco, emisión de adrenalina, entre muchas otras…

Un temor profundo o una preocupación constante, altera la respuesta corporal al grado de desarrollar un efecto adictivo. Esto explica por qué, cuando estamos nerviosos, nos mordemos las uñas, o sudamos y perdemos el habla cuando estamos a punto de hablar en público. Una primera reacción o huella, larga, seria y profunda, motivó un pensamiento en algún momento de nuestra vida, seguido de una reacción corporal, que, al paso del tiempo, y de manera inconsciente, fuimos repitiendo hasta crear una condicionante: nuestro cuerpo se limita a reaccionar de una determinada manera a un simple estímulo que nuestra mente no pudo procesar.

Hemos visto pacientes que, mostrando un estado y estabilidad corporal sólidos, desarrollan enfermedades crónicas o complejas en cuestión de meses. Las sesiones de valoración y equilibrio de energía, me permiten identificar y valorar el estado en órganos corporales específicos, en cuanto a ambiente energético se refiere. La energía que corre por nuestro cuerpo varía acorde al trabajo (o falta de él) mental, y a la gama trepidante de emociones que dejamos que nos invada.

Cambios de temperatura, explosión, implosión, congelamiento, y sensaciones táctiles ásperas o manifestación de ciertos patrones energéticos, dan una idea clara de las emociones, y, con ayuda del paciente, de aquellos eventos o circunstancias específicas que dispararon el desequilibrio de nuestra energía.
Nuestro cuerpo humano es fascinante, es todo un sistema vivo, que podemos aprender a conocer, dominar y modificar sanamente, con un adecuado y constante trabajo mental consciente.

Imagen tomada de la liga:

Escucho:
Bent | Matchbox Twenty

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