`Una relación sana entre el cuerpo
y la mente define en gran
medida nuestro bienestar´.
El poder y la influencia de la
mente sobre el cuerpo es una variable decisiva al momento de valorar el avance
de cualquier afección de salud.
Más allá de mantener pensamientos
positivos y una actitud optimista frente a la adversidad, el control de la
actividad mental, y su dominio sobre el cuerpo, es un factor que define nuestra
susceptibilidad ante la enfermedad.
Simples ejercicios corporales de
coordinación y meditación, a través de la visualización y la concentración,
permiten valorar el grado de correlación entre la mente y el cuerpo, y que tan
conscientes somos de la relación intrínseca entre nuestros órganos corporales y
nuestro ambiente mental.
Consideremos que la actividad
mental y la dinámica corporal se encuentran íntimamente relacionados, al grado
de que el cuerpo no se mueve, a menos que no reciba una instrucción de la mente
que, gracias a nuestro complejo sistema neurológico, viaja en milésimas de
segundo hasta su destino.
Las emociones y sentimientos son
consecuencia de los efectos que las variables externas tienen sobre nosotros,
primero en contacto con nuestros sentidos, para después desencadenar reacciones
cognitivas que concluyen en manifestaciones corporales: sudoración, tensión en
los músculos, variación del ritmo cardiaco, emisión de adrenalina, entre muchas
otras…
Un temor profundo o una
preocupación constante, altera la respuesta corporal al grado de desarrollar un
efecto adictivo. Esto explica por qué, cuando estamos nerviosos, nos mordemos
las uñas, o sudamos y perdemos el habla cuando estamos a punto de hablar en
público. Una primera reacción o huella, larga, seria y profunda, motivó un pensamiento
en algún momento de nuestra vida, seguido de una reacción corporal, que, al
paso del tiempo, y de manera inconsciente, fuimos repitiendo hasta crear una
condicionante: nuestro cuerpo se limita a
reaccionar de una determinada manera a un simple estímulo que nuestra mente no
pudo procesar.
Hemos visto pacientes que,
mostrando un estado y estabilidad corporal sólidos, desarrollan enfermedades
crónicas o complejas en cuestión de meses. Las sesiones de valoración y
equilibrio de energía, me permiten identificar y valorar el estado en órganos
corporales específicos, en cuanto a ambiente energético se refiere. La energía
que corre por nuestro cuerpo varía acorde al trabajo (o falta de él) mental, y
a la gama trepidante de emociones que dejamos que nos invada.
Cambios de temperatura,
explosión, implosión, congelamiento, y sensaciones táctiles ásperas o manifestación
de ciertos patrones energéticos, dan una idea clara de las emociones, y, con
ayuda del paciente, de aquellos eventos o circunstancias específicas que
dispararon el desequilibrio de nuestra energía.
Nuestro cuerpo humano es
fascinante, es todo un sistema vivo, que podemos aprender a conocer, dominar y
modificar sanamente, con un adecuado y constante trabajo mental consciente.
Imagen tomada de la liga:
Escucho:
Bent | Matchbox Twenty
No hay comentarios:
Publicar un comentario